Columna de Ricardo Sánchez García II Centro Samuel Ruiz de Derechos Humanos A.C.
No pretendo echar maromas y saltos mortales para desafiar la gravedad de una realidad que nos alcanza. Pero sí, la semántica nos enseña que no es lo mismo ganar el segundo lugar que perder el primer lugar.
En el caso de la contienda electoral entre Sonia Mendoza y Enrique Galindo Ceballos, estaba cantado que había un único perdedor y es el pueblo capitalino de nuestro querido Estado.
En efecto, no ganó Enrique Galindo Ceballos y esto lo voy a explicar con números y percepciones. Evaluar y valorar debe ser siempre una obligación, no sólo en el caso de la derrota, sino también al obtener un pírrico triunfo.
El desangelado proceso electoral que realizó Enrique Galindo Ceballos estuvo marcado por reclamos de la ciudadanía ante la falta de capacidad de gestión para solucionar los problemas del agua, pero también para resolver la inseguridad que aqueja a la ciudad, en especial al primer cuadro de la capital potosina.
En el caso de Sonia Mendoza y como lo sabemos, le persiguió sus negativos personales, derivados de la fama que tiene de ser una persona prepotente, grosera, con indicios de megalomanía y fuertes denuncias públicas de haber cometido delitos al amparo de la impunidad.
Enrique Galindo Ceballos quizo administrar los negativos por las acusaciones que tiene de corrupción, mismas que estamos seguros, se irán aclarando a lo largo del próximo trienio, pues la verdad tarde o temprano sale a florte. No asistió al debate para evitar sonrojarse o descolorarse ante las fuertes acusaciones.
Queda claro que a la sociedad potosina no le son significativas las acusaciones que pesan en contra de Galindo Ceballos por ser violador de derechos humanos, por haber usado fuerza excesiva y por su oscuro pasado al frente de la policía federal en operativos que llevaron a la muerte a ciudadanos de Chiapas, Oaxaca y Guerrero, lo que no significa que el asunto está enterrado, ni jurídicamente ni en la conciencia colectiva del sur y sureste de nuestro país.
Galindo Ceballos además echó mano de la Xenofobia, olvidando el derecho de todo ciudadano a la participación política y también olvidando que nuestro Estado se integra por muchos cuidadanos que han elegido vivir en la capital, siendo sus orígenes del interior e incluso de otras entidades.
Cuando el pueblo decide, el pueblo pierde, a menos que esté decidido a continuar con la exigencia de las obligaciones que le corresponden a cada representatividad popular.
En el caso de los presentes comicios, decidió el desencanto, la falta de opciones, la mala imagen de la candidata del Verde y por supuesto, el olfato político del alcalde reelecto para conocer las debilidades al interior de las contiendas de los opositores. Aprovechando estas coyunturas se postuló en el 2021 y conociendo la putrefacta oposición, se planteó la posibilidad de la reeleción, misma que apenas logró con menos del 7% de la votación.
Bien que no ganó Sonia, mal que ganó Galindo, pero no había más opciones y en aprovechas las lagunas y escacés de talento, el tuerto en la capital, preside el gobierno municipal.
Lo que nos queda es seguir denunciando sus atropellos, solicitando esclarecer el uso de recursos públicos y demandar, como lo hemos hecho, ante tribunales las violaciones a derechos humanos, los despidos injustificados y su maluso de recusos públicos.
Es cuanto.