Otra navidad sin ti, Zoe Zuleica

Ricardo Sánchez García @DDHHSamuelRuiz

Otro año ya se ha ido, cuántas cosas han pasado. Algo hemos aprendido y algo hemos olvidado. Pero dentro aquí en mi alma, nada ha cambiado. Siempre te llevo conmigo…si usted conoce la letra, también sabe la melodía y será imposible no tararear este verso del cantautor oriundo de Ario de Rosales mejor conocido como El Buki. Porque fuera de los villancicos tradicionales y cantos de tinte religioso, también se han escrito canciones de amor y traición, olvido y tristeza, melodías que nos acompañan cada fin de año.

Pero, ¿Por qué las fechas decembrinas despiertan sentimientos encontrados? La nostalgia inunda los corazones y las alegrías seguidas de regalos, también. Dulces y chocolates van y vienen por todos lados.  Pero al mismo tiempo que se ríe, se llora. La ausencia es otra forma de presencia, sea por cuestiones laborales, porque el ser amado ha viajado a un lugar lejano o por un recién fallecimiento. Peor es cuando muchos sueños fueron rotos y  arrebatados de su hogar, como el caso de la niña Zoe Zuleica, quien pasó en 2015 su última navidad en familia.

En el interludio, Marco Antonio Solís dice las palabras exactas para dibujar el sentimiento de Carolina, mamá de Zoe: “siempre me pasa lo mismo cuando llegan estos días. Veo aquella foto donde estoy junto a ti. Tomándola contra mi pecho digo, otra navidad sin ti”. Estas ideas universales permiten que canciones tengan éxito y perduren a través de los años, por su facilidad de adecuación a diferentes realidades. En el caso de la menor, seguiremos esperando su pronto regreso para entregarle todos sus pendientes regalos.

Más directo es el mensaje de Rigo Tovar en su Triste Navidad, pues al estar sólo en su hogar, pregunta “¿dónde estará mi amor, esta noche de paz, noche de nuestro redentor? Efectivamente, con la sombra de un recuerdo, no podremos ver sino un arbolito triste y la trasparencia de las lágrimas en el heno que le cuelga. En nuestros vacíos, todos los adornos navideños nos abrigan y hacen compañía, dice el cantautor tamaulipeco.

Decíamos, la navidad es una fecha en sí contradictoria. Con angustias y presiones se espera la cena, las bebidas, el baile y el tradicional brindis. Los discursos anuales, y peor, los mismos oradores se ven interrumpidos por abrazos repartidos en desorden. En público se sonríe y en privado se buscan rincones para dejar escapar una lágrima, sea de emoción o dolor, mientras las travesuras de niñas y niños en sus correteadas irrumpen la aflicción del alma. En mucho, las fiestas de navidad cobran sentido solo por los infantes. Es para ellos que personas agnósticas, escépticas o convencidos ateos han decidido incluir en su hogar elementos religiosos, aunque sea temporalmente.

Carlos Mejía Godoy en su muy particular forma de expresarnos ideas profundas, aprovecha su talento para desbordar una cantidad de reflexiones que anteponen al prójimo, a los más pobres y desprotegidos, solicitando a quienes vivan en posibilidades económicas buenas, no olvidar al chavalo limpiabotas que su noche buena pasará en una banqueta dura y fría del atrio de catedral. Su canto es un mensaje pleno de contenido social y protesta, exigiendo como regalo más escuelas, cultura y educación, las cuáles son más importantes que cualquier batallón, (mensaje escrito en los 70s para la Peña Nieto y su Ley de Seguridad) y el coro de su canto remata exigiendo Feliz Navidad en Justicia y Libertad.

Amarga Navidad podría ser la más icónica canción decembrina de México, pues alberga un sentimiento al puro estilo de José Alfredo Jiménez, con su característica forma de auto compadecerse y resistir estoico ante su ineludible destino. Incapaz de reconocer la responsabilidad personal que le toca del rompimiento con una relación, con reclamos precedidos de un chantaje sentimental, exige un solo golpe para terminar aquello. ¿Pa qué morir poco a poco? Pero la canción cobra universalidad por el deseo de comenzar el año nuevo sin un dolor que nos hace tanto mal.

Diciembre es buen tiempo para perdonar y pedir perdón; para buscar espacios de reconciliación e introspección; de nuevas metas y complicados retos. Para muchas familias son fechas de dolorosos recuerdos, de nuevos sueños e inquietantes decisiones. A nivel personal son cambios de hábitos y repetidas promesas. En definitiva, el último mes del año sirve de pretexto para abrazar a la familia, al amigo, a los seres queridos.

También en diciembre, el día 27 se cumplirán dos años de la extraña desaparición de una inocente niña llamada Zoe Zuleica Torres Gomez. Entonces tenía 5 años, hoy ya cumplió siete de edad. Hace un año nos preguntábamos si los quince de Rubí, la niña que inundó las redes, harían que la sociedad se olvidara de Zoe. Hoy agradecemos sigan preocupados y apoyando en su difusión.

Con la llegada de diciembre y sus posadas, al estilo Cadetes de Linares, pediremos como regalo de día de reyes poner en el regazo de su madre a la menor. Para el caso que este momento se tarde en llegar, los brazos permanecerán como una cruz, abiertos en esperanza. Ya no queremos posadas tristes, navidades sin sentido y años nuevos con el mismo deseo.

Si usted, apreciable lector, en noche buena tiene algún familiar ausente, abrácele con el pensamiento, con una oración o un buen deseo; pero sobretodo, no omita hacer lo mismo con las personas a su lado y así, frente a la velada familiar abra su corazón para decir Feliz Navidad. Es mi deseo para todas y todos ustedes.