LAS PERSONAS JORNALERAS DE PUEBLOS ORIGINARIOS Y AFROMEXICANOS TAMBIÉN SON MIGRANTES
Ciudad de México. 24 de septiembre 2023
En el marco de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado la Dimensión Episcopal para la
Pastoral de Pueblos Originarios y Afromexicanos hacemos el siguiente llamado:
A las y los empresarios dueños de los campos agrícolas en México
Al Presidente de la República, Lic. Andrés Manuel López Obrador
Al titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Mtro. Marath Baruch Bolaños López
A la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Mtra. Ma. Del Rosario Piedra Ibarra
A las y los gobernadores de los estados de origen, tránsito y destino de la población migrante
jornalera.
En marzo del 2023 en Tanchachín, Aquismón, San Luis Potosí, diócesis de Ciudad Valles, nos reunimos
33 personas agentes de pastoral, defensoras de derechos humanos, integrantes de organizaciones y
universidades en el Primer Encuentro Presencial de Acompañantes a la Población Jornalera Agrícola
de Pueblos Originarios y Afromexicanos. Procedemos de los pueblos Náhuatl, Otomí, Tenek, Amuzgo
y Afromexicanos. Formamos parte de las arquidiócesis de Acapulco, Toluca, y San Luis Potosí, de las
diócesis de Matehuala, Ciudad Valles y Huejutla, así como de la radio La Voz Campesina de
Huayacocotla, Veracruz y del ITESO-Universidad Jesuita de Guadalajara. Al concluir el encuentro,
ofrecemos nuestra palabra de aliento y solidaridad por nuestros hermanos y hermanas que migran y
son contratadas para trabajar en empresas agrícolas del Norte y Centro de México. Esta palabra
también abraza a los pueblos originarios y afromexicanos que están migrando con visas H2A y trabajan
por temporadas en la agroindustria de los Estados Unidos
Durante estos días escuchamos los clamores de la población jornalera y denunciamos la violación a sus
derechos que se manifiesta en malos tratos, falta de vivienda digna en los lugares donde trabajan,
salarios precarios, que además son retenidos, exigencia constante a trabajar horas extras que no son
pagadas conforme a derecho, negación de alimentos o mala alimentación, sin acceso al seguro social,
afectaciones a la salud, carencia de atención médica y exposición constante y sin protección adecuada
a sustancias tóxicas, así como promesas incumplidas de algunas empresas a través de sus
intermediarios, ausencia de contratos individuales y colectivos de trabajo y nulas prestaciones
laborales. Estas condiciones las padecen las personas adultas, las de la tercera edad, las infancias y
adolescencias de los pueblos originarios y afromexicanos que, junto con sus padres y madres, migran.
A esto se suma la lamentable pérdida de vidas humanas durante los traslados a los lugares de trabajo
o durante el retorno a su comunidad, pues las condiciones de transporte, que son obligación del
empleador, no son adecuadas ni están vigiladas por parte de las autoridades en la materia. Estas
condiciones de trabajo nos hacen constatar el proceso continuo de muerte lenta a la que se enfrenta
esta población.
Esta realidad, también la viven quienes migran de nuestras diócesis con visas H2A y trabajan por
temporadas en la agroindustria de Estados Unidos, hay quienes han enfrentado violaciones a sus
derechos humanos y laborales. Los más vulnerables seguirán siendo nuestros hermanos/as de los
pueblos originarios y afromexicanos, que en ocasiones no reciben contrato de trabajo en México.
No podemos pasar desapercibidas estas situaciones alarmantes, de injusticia y dolorosas. Nos
indignamos ante las múltiples afectaciones a la Dignidad Humana ocasionadas por empresas de la
agroindustria en México. Nos dirigimos a autoridades de los tres niveles de gobierno, a quienes
corresponde legislar o aplicar la ley y no lo hacen, y a los organismos autónomos que tienen la
encomienda de salvaguardar los derechos humanos y de dar seguimiento a las recomendaciones que
emiten. Nos unimos al clamor de justicia ante las numerosas situaciones de violencia, despojo y
vulneración de derechos humanos y laborales que viven las y los jornaleros agrícolas en México. No
olvidemos que las personas jornaleras, a través de su trabajo, constituyen la base de la economía y de
la alimentación de nuestro país y también de Estados Unidos.
Como Iglesia, como pueblo itinerante animado por la vida de Jesús de Nazareth, expresamos nuestro
deseo de caminar junto a la población migrante jornalera y sus familias en las comunidades de origen,
tránsito, destino y asentamientos de Pueblos Originarios y Afromexicanos.
Comunicado de Mons. José Hirais Acosta Beltrán, Obispo de Huejutla, Hidalgo, Presidente de la Dimensión Episcopal para la Pastoral De Pueblos Originarios y Afromexicanos. Comisión Episcopal para la Pastoral Social, CEPS