Opinión de Ricardo Sánchez García, Centro Samuel Ruiz de Derechos Humanos A.C..
Festejando se encontraba Enrique Galindo Ceballos, su pírrico triunfo, con apenas un 7% de ventaja sobre Sonia Mendoza, en las no concurridas elecciones locales, cuando la noche fue sorprenda para las y los ciudadanos con una lamentable noticia, pues se hablaba de dos personas fallecidas tras caída de un barandal en el Antro Rich, de la Plaza Altus.
Las redes sociales rápidamente reportaron el hecho y poco a poco se fueron identificando a las personas fallecidas, jóvenes que decidieron pasar un momento de esparcimiento ante la visita de popular cantante. Más de quince personas con lesiones, algunas de gravedad, fueron trasladadas a los hospitales y 48 horas después, había familiares buscando la ubicación algún hijo, presúntamente herido por haber asistido al fatídico encuentro juvenil.
La actual alcaldesa de la capital, Alexandra Daniela Cid González, quien suple al reelecto y con licencia, tardó más de 24 horas en manifestarse entorno al sucedido y tímidamente se atrevió a comprometerse que realizarán las investigaciones pertinentes.
Pero no fue la única persona que escondió la cabeza. También el presidente municipal electo, Enrique Galindo Ceballos se mantuvo callado, evasivo para después mostrar su descaro solicitando, casi exigiendole a quien le sucedió temporalmente en el cargo:
«…Estoy seguro de que las autoridades municipales trabajarán de manera coordinada con la autoridad estatal para facilitar toda la información necesaria para dar con los responsables y que este hecho no quede impune…»
Las burlas, cargadas de engado, impotencia y contundente reclamo contra el poliSÍa, no se hicieron esperar en redes sociales por tan atrevida solicitud, pues en el imaginario colectivo existe claridad de que él tiene en gran medida la responsabilidad de lo sucedido.
Olvidó Galindo que la sociedad tiene conciencia y espacios para cuestionarle su actuar. Felicitó en medio de la tragedia a la panista electa para diputada federal Verónica Rodríguez, pero ciudadanos capitalinos le reclamaron que el antro Rich comenzó a funcionar durante su malogrado trienio, y ahora sabemos por declaraciones de las autoridades, que el lugar abrío meses atrás, sin permisos ni supervisión por el ayuntamiento, ni autorizaciones para eventos, incluyendo el programado para el día de la tragedia.
Como en todo, para evitar responsabilidades, los directivos del ayuntamiento simplemente ponen una cinta con la leyenda de «clausurado», pero no inician investigaciones para determinar quién o por qué no previeron el lamentable suceso con la responsabilidad de no permitir su apertura o funcionamiento desde los primeros días de su inauguración.
Muy pronto Enrique Galindo Ceballos estará sentado atrás de su escritorio, y tendrá la obligación de cumplir lo que hoy tímidamente exige a la actual alcaldesa: investigar y deslindar responsabilidades, aplicar el peso de la ley y colaborar con las fiscalías para que se sancione a los dueños, administradores y encargados del evento, y yo agregaría, investigar la presunta corrupción de los directivos municipales, cómplices por omisión o cohecho.
Recientemente la ex síndico del ayuntamiento, quien fungía como jurídico en tiempos de Xavier Nava, licenciada Alicia Nayeli reflexionaba en sus redes sociales que clientes y locatarios se molestaban por la aplicación correcta de la ley y por exigirles cumplir horarios y respetar reglamentos, para rematar diciendo:
«…¿Qué parte no entendemos que es por seguridad de todos?. Qué triste lo que pasó hoy en el antro Rich, ¿y los inspectores municipales? ¿Y la seguridad de los clientes? Insisto, la corrupción mata…»
La corrupción mata, señor Galindo Ceballos, entiéndalo…y a usted le persigue el lastre de un historial lleno de sustentadas dudas sobre su actuar honesto.
Es cuanto.