Mejores salarios. La larga marcha de los trabajadores de la educación II Opinión

Por Sócrates García.

Correo electrónico. socrates.garca@yahoo.com 

Recientemente (mayo, junio 2024) el SNTE ha realizado una amplia difusión de la respuesta salarial dada por el gobierno federal, con la finalidad de que los trabajadores de la educación conozcan de primera mano los porcentajes que impactan a los conceptos del salario, las prestaciones, los asuntos laborales, los asuntos profesionales con perspectiva de equidad, género e inclusión, asuntos de seguridad social, fortalecimiento institucional del sistema educativo y asuntos generales. ¿Pero de dónde deviene la larga lucha por mejores condiciones de trabajo del magisterio? En los párrafos siguientes trato de explicar como ser ha construido una extensa ruta de negociaciones y legislación positiva para los maestros y profesoras de México.     

La celebración del Primero de Mayo tiene un origen trágico, porque recuerda la muerte de trabajadores que protestaron exigiendo a los empresarios una jornada laboral de ocho horas, de ahí surgieron los Mártires de Chicago en mayo de 1886. En nuestro país nos remonta a la lucha de los derechos laborales con las huelgas de Cananea, Sonora y Rio Blanco en Veracruz en 1917.

Largo fue el camino para consolidar la organización de los trabajadores, una de las primeras instancias lo fue la Casa del Obrero Mundial (1912); le siguieron la Confederación Obrera Regional Mexicana (1918); la Confederación de Trabajadores de México (1936). Ya muy entrado el siglo XX se fundó el Congreso del Trabajo (1966).

Durante el Cardenismo hubo una gran efervescencia gremial, diversas agrupaciones magisteriales como el Sindicato Mexicano de Maestros y Trabajadores de la Educación, el Sindicato Nacional Autónomo de los Trabajadores de la Educación, el Frente Revolucionario Mexicano de Maestros y el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la República Mexicana lucharon por tener la hegemonía de la representación magisterial, pero fue hasta el gobierno de Manuel Ávila Camacho que se lograría reunir  a casi todas la representaciones en el Gran Congreso de Unidad Magisterial del cual surgió en diciembre de 1943 el SNTE.

Al amparo del largo trayecto de la conformación de las representaciones de los trabajadores estaba la deuda de cómo hacer efectivos los derechos plasmados en la Constitución de 1917. Para lo anterior se crearon diversos organismos y se promulgó una legislación al respecto, así aparecieron el IMSS (1943), el ISSSTE (1959), La Comisión Nacional de Salarios Mínimos (1962), la Ley Federal del Trabajo (1970) la cual incluyó de manera obligatoria el pago del aguinaldo y las primas vacacionales, el FOVISSSTE (1972), el INFONAVIT (1972) y el FONACOT (1974).

En el caso de los trabajadores de la educación al surgir todo ese aparato gubernamental para atender y hacer efectivos los derechos de los trabajadores, tanto en los aspectos de la seguridad social, como en sueldos y prestaciones, apareció una gran desigualdad y disparidad, pues había y sigue habiendo, un primer bloque de personal administrativo, docentes y directivos con jurisdicción del gobierno federal, un segundo bloque perteneciente a las jurisdicciones de los gobiernos estatales, y en casos extraordinarios hasta un tercer bloque a cargo de los gobiernos municipales.

Las anteriores condiciones de trabajo llevaron a que el magisterio estatal emprendiera luchas en sus respectivas entidades para homologar las prestaciones, pues se privilegiaba el axioma de que “a trabajo igual, salario igual”, o sea que los trabajadores de la educación con categoría y funciones iguales no tendrían por qué tener salarios diferenciados, “o unos ganaran más y otros menos”. Lo anterior fue una larga negociación, pues los emolumento e incrementos anuales en el caso del Gobierno Federal han sido superiores a los de las entidades federativas, quedando en total desventaja el magisterio estatal.

Fue hasta la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (1992), que se concretó una negociación nacional para todas las secciones del SNTE, con lo cual se emparejó la situación de las percepciones salariales y aumentos anuales con motivo del día del maestro, aun con esto se siguió dando una doble negociación, pues unos aspectos los cubría la Federación y otros los gobiernos estatales. Para acabar con lo anterior se acordó fijar la Negociación Salarial Única (mayo 2014) en la cual quedaron incluidos los bonos que periódicamente se entregaban desde inicios de 1990, pero ¿Cuál es la historia de estos incentivos?  En la denominada década perdida (1980-1990) con indicadores como una devaluación del 500% de la moneda; inflación de más del 100%; desplome del 65% del salario minino; carestía en los productos básicos; pérdida del empleo; incremento de la pobreza y un largo etcétera, como resultado los ingresos del magisterio nacional se desplomaron brutalmente y perdieron su capacidad de adquisición.

Tomando como ejemplos algunas de las medidas del «Pacto de Solidaridad Económica» (1987) para controlar la crisis, se llegó a la conclusión que una medida para compensar la grave caída en de los salarios de los trabajadores de la educación era la implementación de “bonos”, los cuales tenían las siguientes características, fijarse por días y que no fueran gravados, en esto se siguió la línea de imponer “El salario profesional docente” una política diseñada por el SNTE y compartida por la SEP, la cual fijaba el sueldo de los docentes en  salarios mínimos, con la finalidad de recuperar poco a poco con los incrementos anuales la capacidad económica de los ingresos magisteriales y diferenciarlo del salario mínimo destinado a los trabajadores de la industria nacional.

Durante todos los años que duraron estas negociaciones entre autoridades gubernamentales y sindicales, es de reconocer que los lideres del magisterio desempeñaron un papel trascendental, pues en cada ocasión llevaban ideas, modelos o ejemplos de otras dependencias que tenían en vigencia pagos de bonos, como por ejemplo, el ajuste del calendario se tomó de las prestaciones del IMSS, el del día del maestro que se pagaba en unas pocas secciones del país, el del transporte que se originó como una ayuda para los docentes que radican en las cabeceras municipales o de las regiones y se tenían o tienen que trasladar a las comunidades para realizar su trabajo, esto se trajo a colación de que muchas dependencias les proporcionan, incluso, vehículos a sus trabajadores para cumplir con sus funciones, y la pregunta era y sigue siendo ¿Por qué no hacer los mismo con los docentes? Las becas comisión con origen en una regulación federal, la Sección 52 las rescató de una pésima praxis, pues en su momento se encontró que personal manual o las esposas de algunos políticos las usufructuaban y ni siquiera eran del gremio magisterial.  

Todas las prestaciones aquí comentadas forman parte de una amplia legislación en beneficio de las y los trabajadores, me atrevo a asegurar que todas han sido gestionadas por las organizaciones sindicales y quienes en su momento ha estado en la titularidad lo han hecho poniendo por delante el interés superior de la clase trabajadora. Ante esto los dirigentes sindicales y sus representados lo único que queremos es que los gobiernos federal, estatal o municipal paguen en tiempo y forma los salarios y bonos que son legalmente de los trabajadores. No esperemos a tener tragedias convertidas en fechas cívicas, para recordarle a la sociedad que los trabajadores tenemos derecho a una vida digna con salarios justos y no tengamos que andar haciendo el papel de pedigüeños para que se nos pague lo que legítimamente nos corresponde. Si los trabajadores cumplimos el gobierno está obligado a cumplir, y así nos den motivos para celebrar dignamente el día del trabajo y el día del maestro.   

San Luis Potosí, S.L.P. 20 de junio 2024.