Río de Janeiro. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo este jueves que la devolución de un manto sagrado que se encontraba desde hace más de 300 años en un museo europeo marca el inicio de una «nueva historia» para los pueblos indígenas del país.
«El retorno del manto sagrado Tupinambá, que formaba parte del acervo del Museo Nacional de Dinamarca, marca el comienzo de una nueva historia de conquista de los pueblos indígenas», afirmó el mandatario en un acto público en el parque Quinta da Boa Vista, en Rio de Janeiro.
Confeccionado con plumas rojas del ave guará sobre una base de algodón de casi 1,80 metros de largo, el manto volvió a Rio a comienzos de julio y se encuentra en la biblioteca del Museo Nacional, ubicada en el mismo parque.
La exuberante pieza estaba en Dinamarca desde 1689.
«El reconocimiento y respeto de los pueblos originarios es prioridad de mi gobierno», enfatizó el líder de izquierda.
Fue ovacionado por un centenar de indígenas del pueblo Tupinambá, que viajaron 1.200 kilómetros en autobús desde el poblado Olivença, en el estado de Bahia (noreste), para ver el manto y asistir a la ceremonia.
Los originarios también reclamaron el regreso del manto, usado antiguamente en ceremonias tradicionales, a su «aldea».
«Finalmente retornó a su origen, Brasil, pero las estructuras de poder no permiten que regrese a sus verdaderos dueños», dijo Yakui Tupinambá.
Lula dijo tener «la obligación y el compromiso histórico de construir en Bahia un lugar» apropiado para la exhibición de la pieza.
La devolución del manto, que se desconoce cómo salió de Brasil, obedece a las gestiones diplomáticas del gobierno izquierdista de Lula, que lo califica como un proceso de «restitución histórica».
– Demarcación de tierras –
Antes de la intervención del presidente, los tupinambás, cubiertos con pinturas corporales y agitando tradicionales pebeteros, entonaron cantos alusivos a la delimitación de sus tierras en Bahía, una promesa del gobierno.
«Vengo pidiendo la demarcación de nuestros territorios», dijo a su turno la cacique Jamopoty.
Los tupinambás reclaman la delimitación de algo más de 47.000 hectáreas que habitan unas 8.000 familias, cuyo sustento es la pesca y la agricultura. El territorio, aseguran, está siendo devastado por la «minería» y el «agronegocio».
Los pueblos nativos -1,7 millones de los más de 203 millones de habitantes de Brasil- luchan por la reivindicación de sus tierras en medio de una avanzada parlamentaria que pretende limitar sus espacios ancestrales.
Lula responsabilizó al Congreso, de mayoría conservadora, de ralentizar el proceso de demarcación.
«La mayoría de congresistas no tiene compromisos con los pueblos indígenas, tiene compromisos con los grandes propietarios», aseguró.
Lula sucedió en el poder en enero de 2023 al ultraderechista Jair Bolsonaro, quien cumplió su promesa de no ceder «ni un centímetro» a los pueblos originarios durante sus cuatro años de mandato.
Según el ejecutivo de izquierda, en el último año se han reconocido diez territorios indígenas.