Quien se va de Morena, no se lleva nada

Epigmenio Ibarra dice que quien se vaya de MORENA no se llevaría nada, señaló el escritor luego de que Marcelo Ebrard hiciera berrinche al saber la resolución del Comité Nacional del partido.

El excanciller toma distancia de la dirigencia del partido en una reunión privada con sus colaboradores, horas antes de conocerse los resultados: “No vamos a tolerar a una dirigencia que nos haga esto”

El enojo reinaba en el salón de juntas donde se reunió Marcelo Ebrard con su equipo la tarde de este miércoles. Primero dio una conferencia de prensa explosiva, donde pidió, horas antes de conocerse el resultado final, que se repitiera el proceso de las encuestas para elegir al candidato presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Luego mantuvo una reunión a puerta cerrada con sus colaboradores, en la que explicó los motivos de por qué ya no participaría en el proceso ni asistiría al evento donde se anunciará oficialmente al ganador de la interna. En el encuentro privado, al que tuvo acceso EL PAÍS, el excanciller abrió la puerta a su salida del partido, un escenario que confirmaron fuentes de su equipo a este periódico. “No nos vamos a someter a esa señora”, dijo sobre Claudia Sheinbaum, ante los aplausos de sus seguidores, que le gritaban “presidente, presidente”. Ebrard puso sobre la mesa además la ruptura con la dirigencia del partido, encabezada por Mario Delgado. “No

vamos a tolerar a una dirigencia que nos haga esto”, sentenció.

El enojo del excanciller era latente. Durante la tarde del miércoles salió primero su equipo a denunciar irregularidades en las encuestas. No se trataba de incidencias de un solo día, sino de problemas registrados a lo largo de todo el proceso, aseguraron en conferencia de prensa. Más tarde salió él mismo a hablar. Acusó a la dirigencia de “impedir a la fuerza” el ingreso de su equipo al edificio donde se estaba llevando a cabo el conteo oficial de Morena y a la policía de golpear a su representante ante el partido, la senadora Malú Mícher. En la reunión privada, en la que no se permitió grabar ni tener teléfonos celulares prendidos, Ebrard lamentó lo sucedido, abrazó a Mícher, a la que reconoció el trabajo hecho, y dijo que no podía creer lo que estaba sucediendo.