Anoche me robaron a Hula Opinión de Ricardo Sánchez García


Anoche me robaron a Hula, quien se ha convertido en una excelente compañera, pues va conmigo a todos los lugares donde se permite la entrada a mascotas como ella.
Hula fue el regalo de cumpleaños de Gaby. Siempre pensando en lo mejor para nuestra hija, desde el aspecto psicológico y de sensibilidad, hasta ir fortaleciendo su sentido de responsabilidad y apego.
Hula, sin embargo, se convirtió en mi compañera de viaje, de mandados, de paseo y vueltas a la colonia. Siempre con su collar y su lazo, a veces con una pita y casi siempre con su cadena de largo alcance.


Desde que Hula llegó a la familia hemos, junto con Gaby, investigado sobre la vida de los caninos y decidimos abrigarla lo mejor posible, respetando la dignidad de su naturaleza, incluso en las especificidades de lo que llaman raza.
Pero, en un santiamén, visitando Las Higueras para recoger unas sabrosas enchiladas potosinas, pensé que la chiquita estaba jugando, le chiflé como siempre y no regresó. Entonces me comencé a preocupar y fui a preguntar penosamente a vecinos y tampoco vieron nada.
Después, unos chamaquitos con buena fe, me dijeron que a la perrita la tomó un muchacho apodado El Beso, la envolvió en su camisa y se la llevó. Incluso me indicaron dónde vivía el joven y me dirigí a su domicilio.
Como era de esperarse, no estaba en el lugar o me lo negaron. Pero a la señora le advertí –dígale a su muchacho que me entregue a mi perra o bien llamaré a la policía–.
Dejé pasar unos minutos, hice un rondín en la colonia y realicé la llamada de denuncia, donde fui correctamente atendido por una señorita oficial.
Mientras me acercaba nuevamente al domicilio, le colgué a la policía, indicándole que ya me entregarían a mi perrita, pues ahí estaban, con Hula en sus brazos y bastó que me acercara para que voluntariamente me la aventaran por la ventana del auto.
Cómo se puede lograr no ser prejuiciosos y cómo no observar las múltiples realidades en que vive la sociedad potosina.
Las autoridades en Soledad difunden constantes estrategias de seguridad y no me refiero al hecho, sino a la forma en que viven muchas personas, en situaciones de evidente consumo de drogas. Las y los vecinos con quien pude hablar, señalaban con claridad cuáles eran los domicilios con cuyos habitantes tiene problemas.
En muchos espacios no se observan los resultados de los supuestos programas de rehabilitación de la salud y de atención a personas con problemas de drogadicción.
Aunque parezca, este no es un tema personal, no es porque me haya pasado a mí y no es la única vez que observo de lejos, de cerca y de dentro las múltiples realidades de nuestra sociedad, muchas de ellas lastimosamente en el abandono por parte de autoridades.

Me queda claro que en la Colonia Las Higueras vive gente amigable, afable, con sentido de empatía, pues fueron varias familias quienes me orientaron y alertaron de ciertos espacios de riesgo. También me dieron tips de cómo y con quién si y no acercarme.

También me queda claro que hay personas con poca conciencia de lo que es un ser vivo, de la importancia de los vínculos afectuosos y del respeto hacia las personas, animales e incluso cosas ajenas. Estas personas transmiten también una necesidad evidente de ser ayudados en diferentes áreas, esas que como dije, las autoridades municipales anuncian pero no aterrizan en quienes más lo necesitan.
Por lo pronto, Hula, la peluda de unos kilos, luego de una hora de angustia, ya está en casa, con su familia, siendo feliz y haciendo feliz a la niña de mis ojos.