Río de Janeiro. En una final rodeada por el dramatismo y la tensión, Fluminense conquistó la primera Copa Libertadores de su historia en el legendario Maracaná al imponerse 2-1 al Boca Juniors, que revivió, como hace cinco años en el Bernabéu, la frustración de perder el partido cumbre por el cetro de América.
Germán Cano abrió el marcador por los locales al minuto 35, luego de una jugada de Keno por el sector derecho. Boca igualó a los 72 minutos a través de un remate cruzado del peruano Luis Advíncula que pasó entre varios rivales y sorprendió al meta Fábio.
El empate momentáneo obligó a extender el duelo a la prórroga, donde aumentó el nerviosismo. Fue en ese entonces cuando John Kennedy (98) encontró las redes con un dispar desde fuera del área tras un pase de Keno.
Kennedy se dejó llevar por la euforia al celebrar con la afición, no era para menos, el tanto les daba el título. Sin embargo, tuvo que ver seguir el encuentro desde fuera del campo al ser expulsado.
La tensión ya estaba a tope, los jugadores se enfrascaban en discusiones y Boca también perdió a un hombre cuando Frank Fabra soltó una cachetada a Nino. El resto fue resistir por parte del Fluminense en el campo para darle el triunfo a sus seguidores, mientras los aficionados de Boca seguían pasmados entre el dolor y la resignación.
El título hace honor a la campaña del Flu en la edición 2023, en la que hizo visible un futbol ofensivo casi comparado con el tradicional ‘jogo bonito’ brasileño, y que catapultó a Fernando Diniz a la Seleção como entrenador interino.
Para Boca la derrota es un durísimo golpe en su obsesión por alcanzar el séptimo título de Libertadores. Una segunda final de Copa que pierde desde 2018, cuando su acérrimo River Plate le infligió la peor humillación en su historia al derrotarlo en el Santiago Bernabéu.