La actriz nunca fue partidaria del cine de ficheras y odiaba tener que desnudarse por películas tan “corrientes”. “La gente NO lo nota, pero es violento”
Sasha Montenegro murió el pasado 14 de febrero por la noche, a los 78 años de edad. Si bien hace años que se encontraba alejada de las cámaras y los reflectores, de cualquier forma su paso por el mundo artístico mexicano es imperativo para entender el caminar del cine nacional.
Montenegro proliferó durante las décadas de los setenta y ochenta gracias al llamado cine de ficheras. Un género también conocido como “sexycomedias” o “comedias eróticas” en donde las tramas y las historias eran casi pornográficas con chistes y situaciones risibles elevadas de tono.
A pesar de que Sasha Montenegro obtuvo mucho dinero y éxito durante la época en la que brilló en el cine nacional, de cualquier forma nunca estuvo del todo cómoda con dicha profesión. Si bien no le disgustó nunca ser actriz, a Montenegro siempre le incomodó la imagen que el público había construído de ella.
Sasha Montenegro falleció durante la noche del pasado miércoles 14 de febrero a los 78 años de edad. Su paso por el cine nacional es uno de envergadura, aunque perteneció al llamado cine de ficheras. Un género que ha sido crucificado por muchos en la actualidad, pero que durante su época formó parte de una industria muy rentable.
“El público estaba ávido de la comedia, de ver mujeres guapas. Eso fue lo que le funcionó… Fueron un éxito y siguen siendo un éxito”, dijo Montenegro durante una entrevista en 1982.
“Es molesto. Para mí ha sido molesto. Claro que dicen que ojos que no ven corazón que no siente. Entonces las veces que se ha hecho un desnudo en esta película, se ha hecho a foro cerrado, con pocas personas exclusivas que se necesitan para ese momento de la filmación y entonces es un poco menos molesto, pero es violento”, dijo la actriz hace más de cuarenta años en aquella conversación con Jorge Rocha.
Montenegro advirtió que incluso notaba cómo su rostro cambiaba en cuanto tenía que quitarse la ropa. A pesar de dedicarse al histrionismo la incomodidad era evidente. Algo que sus expresiones nunca lograron disfrazar.
“Siempre he sentido una molestia al hacerlo. La gente no lo nota, pero ha habido momentos en que yo siento, veo que mi cara cambia de expresión, yo lo he visto en pantalla, que hay un rictus de nerviosismo. En que está uno molesto por hacerlo. Yo quisiera ya no hacerlos más”, sentenció.
Sin embargo, Sasha Montenegro era una persona muy inteligente. En la misma entrevista dejó en claro que su desnudez no la espantaba y que ésta no tenía nada de malo.
Usó como referencia una escena del actor hollywoodense Marlon Brando en la película El último tango en París (1973) para ejemplificar que un desnudo no tiene nada de malo, dependiendo de cómo se realice y la finalidad narrativa para la que sea utilizado en una cinta.
“Claro que no es lo mismo hacer una película estupenda y hacer un desnudo, que a lo mejor uno puede estar nominado para un Oscar, que hacer un tipo de película muy comercial, muy corriente, que nada más está dejando es mucho dinero en taquilla, pero que a uno como actor, como actriz, no le deja nada por dentro más que posiblemente un sabor así como no muy bueno, y la duda de que ‘yo quiero hacer algo mejor’ ”, comentó con tristeza.
En la misma entrevista Sasha Montenegro arremetió contra el “cine de ficheras” al decir que era un negocio redondo en donde el público pedía más y los productores simplemente daban: “Es el público el que ha decidido el tipo de espectáculo que ha querido. Y lógicamente los productores que no son negociantes, no son gentes que están viendo por la cultura de un país”.